lunes, enero 16, 2012

El Mar

Su oleaje incansable
sus crestas de plata y espuma
impetuoso e inacabable
remanso entre mis sueños.
Allá, en espera de los brazos del sol
desde la orilla
hasta la plenitud del horizonte.
Mi refugio y algún mañana mi lar
cálido, casi infinito, casi, como el cielo.
En mis sueños, no descansa en su vaivén.
En mi nostalgia, se presagia absoluto
azul, tal vez de añil o de verdes ondulantes
todo depende de la jornada y del dictamen lunar.
Sosegado, como las primigenias luces
que me conducen a imaginarlo
en mis noches de vuelo apacible
o de desvelo intranquilo.
Está, casi en todo lo que miro
casi en todo lo que rozo.
Está, impregnando mis sueños de caracola solitaria.
Continúa, y, se hace eterno, aquí dentro, sólo aquí…
Abierto y expandido en su dulce salinidad
en espera, que un día me escape y huya
hacia su cuna donde nació la vida y donde mueren los ríos
y donde están los peces en la armonía de ser.
Está, siempre está, en mi esencia.


Antonietta Valentina
2012

Dueños del mundo


Se tocan,
sutiles y precisos
mirando al cielo
e inundando la mirada
de un huésped
entre ramas y vida.
Se olfatean,
en la infinitud del tiempo
en claros oscuros y aromas verdes.
Ellos, mis amantes predilectos
desfilan como elefantes galácticos,
allí parados. Desde siempre, desde
mi inspiración, desde que se saben
dueños de la energía que los abraza
cada instante. El sol, que no esgrime,
sólo resplandece su melena rubia
rozando los copos y siluetas
en mansedumbre.
Milenarios y pausados,
son la fuerza del mundo que recorren
como simiente portada en alas
desde el norte al sur y del oriente al occidente.
Y mis besos, mis besos que se esparcen
en silencio, en sueños, en un poema
dicho como plegaria y agradecimiento.


Antonieta Valentina
2012

Liviandad